miércoles, 13 de julio de 2011

Lorenzo, un gran entrenador.

-¿Estáis todos?-Preguntó Lorenzo, que pasaba por el pasillo del autobús, contando a sus jugadores.
-¡Sí!- Contestaron los jugadores.
Lorenzo muy rápido dio unas breves instrucciones al conductor del autobús, y vino a sentarse a mi lado.
Nos dirigíamos a Jaén, donde tendría lugar el partido más importante de la liga regular de baloncesto, la final, la que nos llevaba a Sevilla o nos dejaba en nuestro pueblo, Torredonjimeno.

A Lorenzo se le veía muy cansado, como si no hubiese pasado buena noche a causa de los nervios, yo era segundo entrenador del equipo, y a mayores rasgos el “pupilo” de Lorenzo, y también había pasado mala noche.

Pasada media hora de viaje el autobús se detuvo, estábamos en el polideportivo, primero bajé yo, para organizar las mochilas de los jugadores y coger el botiquín. Luego bajaron los jugadores que entraron muy concentrados al vestuario, se veía en ellos una gran concentración de cara al partido. Por último bajó Lorenzo. Vestía un chándal del club, su vieja carpeta y su pizarra, fuimos rápido al banquillo donde lo dejamos todo preparado.
-¿Estás nervioso?- Me preguntó Lorenzo.
-Si, lo estoy, pero todo esto se irá cuando empiece el partido- Le contesté. -¿Cómo vamos a empezar el partido, que tienes planeado?- Pregunté con mucha inquietud.
Pues, quiero empezar el partido en defensa al hombre, para empezar a conocer al otro equipo, y según como vaya el primer cuarto cambiaremos, y el ataque tengo pensado en hacerlo muy dinámico como hemos entrenado.- Me dijo.

Antes de que yo le pudiese hablar, llegó el entrenador del otro equipo, que se acerco a Lorenzo, y le estrechó la mano cordialmente. Mientras ellos hablaban llegaron nuestros jugadores, a los que les dije que calentasen muy bien y estirasen. También llego el árbitro, al que también saludó Lorenzo, que ya venía al banquillo, con cara de preocupación.

El árbitro se quitó la sudadera y silbó, quedaba un minuto para que comenzase el partido, Lorenzo llamó a los muchachos y los hizo sentarse en el banquillo, mientras él se puso en cuclillas y empezó a hablar:
 -Estoy orgulloso de vosotros por llegar hasta aquí, cosa que nunca había conseguido, y es gracias a vosotros. Solo quiero que disfrutéis del baloncesto, que hagáis lo que podáis y sobre todo, que luchéis.- Lorenzo se puso en pie y colocó la mano en medio, acto seguido todos la pusimos también, nos miramos complacidos y gritamos ¡Uno, dos, tres, Toxiria!

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