miércoles, 20 de julio de 2011

La amistad cambia al mundo

Don Ignacio entró por la puerta, dejó los libros sobre la mesa y saludó a todos sus alumnos, los cuales habían dejado de hablar para prestarle atención.
-Hoy vamos a comenzar la clase revisando los relatos que os mandé la semana pasada, y empezaremos por orden de lista, cuando os nombre vendréis a la mesa con vuestra silla para analizarlo bien -Dijo Don Ignacio con entusiasmo- Otra cosa, los demás o corregís frases sintácticas o trabajáis otra asignatura
Empezó conforme dijo, por orden, primero llamó a Laura, que era de las que más destaca en la clase, cogió su silla y se sentó a su lado, no pasaron cinco minutos cuando ella se levantó con cara de satisfacción por el trabajo bien hecho y quedó felicitada por Don Ignacio.
Así uno detrás de otro iba pasando los alumnos, unos con agradecimientos  y con recomendaciones. Llegó el turno de Cristina una chica musulmana, con unos ojos negros que levantaban admiración por sus profesores, pero esos mismos ojos despertaban odio por parte de algunos de sus compañeros de clase, menos de su mejor y única amiga, Ana. Sus compañeros murmuraron cuando ella se levantó, estuvo un tiempo sentada con don Ignacio, ellos dos se llevaban muy bien, él la apreciaba por la manera de afrontar las dificultades que tenia con sus compañeros. Después de Cristina iba Ana, ella era la única que la quería
Llamó a Ana, estuvieron sentados poco rato y también fue felicitada por Don Ignacio. Antes de que volviese a su pupitre él le dijo que luego pasase por su despacho. Luego en el pasillo Ana  y Cristina empezaron a hablar.
-¿Qué te ha dicho sobre tu redacción?- Pregunto Ana intentando olvidarse de que luego tendría que hablar con Don Ignacio.
-Pues, nada fuera de lo normal que mejore las faltas e intente darle un sentido más profundo a la historia.- Dijo ella mirando el suelo.de repente sin esperárselo le lanzaron un estuche a la cara. Corriendo fue hacia el baño  por que le había comenzado a salirle sangre por la nariz, cuando iba por el pasillo se oyó en unísono el grito: ¡Fuera de aquí mora!, Ana salió rápido detrás de Cristina corriendo, cuando dobló la esquina se encontró a Víctor, con el que chocó  y Ana cayó al suelo. Él le tendió la mano para que se incorporara, y le preguntó.
- ¿Qué le ha pasado a Cristina? Es que la he visto sangrando. 
-Pues, le han tirado un estuche a la cara.- Dijo ella con un poco angustiada, corriendo le cogió la mano a Víctor  y lo llevó a la puerta de los baños, en ese momento sonó la sirena que señalaba el comienzo de las clases pero ellos nos e movieron del lugar sino que esperaron hasta que salió Cristina, en su rostro desprendía consternación y desprecio hacia aquellos compañeros de clase. Miró a sus amigos y fueron fuera a sentarse.
Sonó de nuevo la sirena y Ana se temía lo peor llegó la hora de hablar con Don Ignacio, quedó con Cristina en la puerta del instituto.
Ana entró en el despacho de Don Ignacio, estaba muy nerviosa, sus manos sudaban y le dio  un tic nervioso en el parpado. Él con un gesto de mano le indico que se sentase.
-¿Qué tal ha ido el día? He oído que ha habido un problema en el intercambio de clase y por eso no has asistido a la última clase. Mira Ana nosotros estábamos aquí para hablar de la bajada académica que has tenido, pero primero cuéntame lo que ha ocurrido.
-Estábamos Cristina y yo en la ventana echadas, de repente, mientras hablábamos  le tiraron un estuche en la cara, y cuando ella se fue al baño gritaron: “fuera de aquí mora”.- Ana estaba muy angustiada  y le costaba respirar. Don Ignacio se levantó a coger dos vasos de agua.
-Tranquilízate, te puedo preguntar una cosa Ana. Dijo don Ignacio
Claro que sí. Asintió un poco asustada.
¿Qué te ofrece Cristina para que sea tu mejor amiga? Pregunto arqueando una ceja
-Es muy buena persona, se puede confiar en ella, se puede hablar con ella  y la conozco desde que éramos muy pequeñas. Contestó un poco más tranquila
-Pues por ese motivo se meten con ella por ser distinta  a los demás, por qué ser musulmana y ser tan buena persona es lo que contradice a tus compañeros, ellos están acostumbrados a ver  a todos los inmigrantes como escoria humana y no es así,  también por eso se meten contigo, te ven diferente a ellos al ser amigos de la ``rara´´. Pero  la mejor medicina es hacer caso omiso a sus comentarios por fuertes y soeces que suenen.
-Lo sé, pero es muy difícil ir por el instituto y que toda la gente te vaya insultando, y este tema va a provocar que Cristina vuelva a marruecos.-Dijo Ana consternada.
-Bueno Ana eso lo intentaremos arreglar, pero ahora si vamos a hablar de tu nivel académico, ¿Qué te ocurre? -Pregunto son aire de seriedad Don Ignacio
-No sé, bueno si lo sé creo que no quiero pasar  al bachillerato, lo veo muy difícil, quiero ser la mejor doctora del mundo pero temo mucho miedo, noto en mi interior que no puedo superarlo. Dijo Ana mirando al suelo.
-¿Qué tiene miedo de bachiller? Mira vamos a hacer una cosa un día a la semana vienes a verme a mi despacho por la tarde, nos tomamos algo y me cuentas. Pero antes quiero que entregues por escrito todo lo que sientes en estos momentos tan complicados. Ya puedes marcharte si lo deseas.-le aclaró Don Ignacio.
Vale estaré aquí la semana que viene, adiós y gracias, dijo Ana esbozando una sonrisa
Salió fuera, y se encontró a Víctor tirado en el suelo, al lado de Cristina y cada uno con rasguños, sangre  y las ropas rotas. Se acercó rápido pero ninguno de los dos se movía, miró a su alrededor pidiendo ayuda pero no vio a nadie, eran las cuatro de la tarde, solo pensó  en Don Ignacio pero no quería dejarlos ahí tirados, por eso los incorporó, cogió el móvil y llamó a sus padres, pero ninguno tenía el móvil  a punto. Sin ninguna esperanza de que nadie apareciese por aquel lugar inhóspito corrió hacia el despacho de Don Ignacio quien estaba muy atareado corrigiendo exámenes, pero no dudo en salir a la ayuda de los muchachos.
Mientras iban afuera Don Ignacio llamo a la ambulancia y a la policía, para denuncia este hecho.
Cuando llegaron se encontraron a Víctor intentando incorporarse y llamando a Cristina, a la que se veía peor que al muchacho, él miro a Don Ignacio y cayó de nuevo en el suelo. En ese momento se oía las sirenas de la policía y de la ambulancia.
Ana entró en la sala de espera de la U.C.I, en una habitación estaba su amiga, Cristina a la que habían agredido, en ese momento llegó la familia de Cristina la que miraba por doquier buscando a Ana. Cuando estuvieron sentados más tranquilos todos salió el médico para dar el parte.
-Tiene algunas fracturas, y rasguños pero por lo demás esta estupendamente, esta misma noche la pasaremos a planta.- Tranquilizó un médico joven-. Ahora la familia me acompañará a poner la denuncia, y también no las podréis ver hasta mañana por la mañana cuando este más estable.
 Volviendo a casa Ana se sentía intimidada con toda persona que veía, cuando entró en su habitación, se tumbó en la cama boca abajo y empezó a llorar, no aguantaba más con esta situación de discriminación. Tenía miedo de la oscuridad, le producía terror a situación en la que se había involucrado, pero por el cansancio y el desgaste quedó dormida enseguida.
Víctor se recuperó muy rápido y también estuvo un tiempo en la habitación de Cristina dándole compañía.
Al día siguiente fue a ver a Cristina, la que le dio la mala noticia de que cuando se recuperase volvería a Marruecos y no volvería mas a este país. Ana aguantó el impacto de esta noticia, pero cuando salió del hospital se derrumbó, iba sin rumbo por las calles, llorando por la impotencia que le producía esta situación. Ella quería mucho a Cristina, eran amigas desde hace mucho tiempo y habían pasado tantos momentos juntas y ahora por una panda de niños racistas sin educación, su amiga tendría que abandonar el país.
Luego sentada en un parque tuvo una idea, iría al instituto y hablaría con sus compañeros, les haría ver que Cristina es una persona  normal y corriente y que no tiene nada que ver que sea musulmana.
Esa misma tarde se acercó al instituto y habló con Don Ignacio para contarle su plan y si podría contar con todo el apoyo del claustro de profesores. Don Ignacio le dio todo su apoyo y le cedió toda su hora para que diese una charla en su clase y abriese sus mentes. Esa noche Ana la pasó preparando la charla de mañana, a media noche le entró un poco de sueño pero pensó que era para Cristiana y sacó fuerzas de donde no las había.
Llegó la gran mañana, se levantó muy rápido, se vistió y fue a desayunar, aunque que no tenía mucha hambre. En el instituto no estuvo atenta a las clases, los últimos minutos de la clase anterior a la de Don Ignacio fueron una eternidad para ella. Cuando sonó la sirena ella estaba muy nerviosa y sus piernas no le respondían. Cuando entró Don Ignacio a la clase todo el mundo se calló le dejaron hablar.
-Hoy no he traído libros, hoy vamos a tener una charla, esa va a ser mi clase. –Dijo Don Ignacio- Venga Ana, te esperamos.
Ana  muy avergonzada se levantó muy despacio, respirando hondo y preparándose para lo que le esperaba. Se puso en la pizarra y empezó a hablar.
-Todos somos iguales, y primero somos personas, antes de musulmanes, cristianos, etc. Y aunque la religión influya en nuestra cultura y nuestra forma de ser, la valía de cada persona es en lo que es y lo que te llena a ti, no en la clase social que sea ni tampoco importa de la religión que sea. –Después de esto, algunos chicos de su clase se dieron cuenta de que iba el tema y prestaron más atención.  Antes de que siguiese hablando Ana Don Ignacio la interrumpió un poco y dijo, en voz alta: ¡Pasen todos! Todo el claustro de profesores que tenían hora libre se acercaron a petición de Don Ignacio, luego de esta entrada Ana siguió hablando.
Abordó el tema de la agresión de Cristina, no entendía por qué lo hicieron, ella no había hecho nada malo a nadie. Luego les contó cómo estaba en el hospital y que cuando se recuperase volvería a marruecos y no vendrían más.
-Por último, hago un pequeño llamamiento que os acerquéis al hospital y pidáis perdón a Cristina, es lo único que pido.- Terminó esto y se retiró con lágrimas en los ojos.
Todos sus compañeros empezaron a hablar, algunos lloraban, porque Ana les había hecho ver que lo habían estado mal y tenían que rectificar. Don Ignacio pidió silencio y comenzó a hablar.
-Esta tarde todos los profesores de Cristina vamos a ir a verla al hospital y para convencer a su familia para que no vuelvan a marruecos, creo que si queréis hacerlos bien y empezar a cambiar deberíais ir esta tarde y darle una sorpresa.- les dijo Do Ignacio.
Esa tarde Ana estaba con Cristina en la habitación, estaba también la madre de Cristina, que leía un libro. Cristina dormía profundamente. A media tarde llegaron unos cuantos profesores, don Ignacio entre ellos. Luego más tarde llegaron los demás profesores. Y luego poco a poco y con la sorpresa de Ana y Cristina, la habitación se fue llenando de compañeros de clase, que se pasaban por su lado, pidiéndole perdón. Hasta aforo completo en la habitación, muchos se salieron al pasillo y otro volvieron a su casa.
Cuando Cristina se recuperó y estaba en su hogar, un día de sorpresa, todos los compañeros de su clase se acercaron a su casa y estuvieron convenciendo a su madre de que se quedase, que cristina ya había quedado en los corazones de todos. Al final Cristina no volvió a marruecos y siguió en el instituto, donde sus compañeros ya la respetaban y la querían.
Días después mientras Ana y Cristina paseaban, Cristina le dio las gracias por lo que había hecho por ella, Ana solo le contestó, para que están los amigos. Rieron y siguieron paseando con total normalidad.


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